La pandemia del Covid 19 y sus restricciones de movimiento hizo que abandonáramos la idea de viajar a Perú entonces. Tres años después y pese al clima de inestabilidad política y social que vive el país, nos animamos a visitar Perú.
    Tras doce horas de vuelo transoceánico hasta Lima y otras ocho de bus, al fin arribamos a Huaraz, centro neurálgico de las montañas de Perú. Visitamos la ciudad, pero sobre todo aprovechamos para hacer alguna excursión por los alrededores e ir aclimatando nuestro cuerpo a la altura. De esta manera, nos acercamos a la cercana laguna de Wilcacocha y la preciosa laguna Churup.







Trekking del Huayhuash:

    En un principio, nuestra idea a la hora de visitar Perú, era realizarlo como lo veníamos haciendo en viajes anteriores y recorrer parte de su geografía en bicicleta. Pero la posibilidad de acercarnos más a sus altas montañas, hizo que cambiáramos los planes y decidiéramos en esta ocasión caminar por ellas. Además, hemos leído que la cordillera del Huayhuash cuenta con uno de los paisajes más espectaculares del continente. Por lo que cambiaremos pedales y alforjas, por botas y una pequeña mochila para conocer el lugar. Del resto del peso, se encargarán de portearlo los cuatro pollinos que hemos contratado y dirigiendo a éstos, nuestro simpático y joven arriero, Robinson.





    Durante una semana iremos circunvalando la cordillera y pernoctando en los campamentos establecidos por las comunidades, siendo éstos además, espléndidos miradores de las montañas.



    Vistas del Ninashanca, Jirishanca, Yerupajá... entre otros desde el campamento de Carhucocha.




    El sendero de la segunda jornada (una de las más bonitas de la caminata) acompaña a sucesivas lagunas que van conformando el río Nupe. Grandes picos rodean a éstas y entre todos destaca el Siula Grande, montaña donde aconteció el accidente que sufrió Joe Simpson y que posteriormente lo contó en su libro Tocando el vacío.



    Todos los campamentos en los que pernoctamos superan los cuatro mil metros de altura, pero para llegar al siguiente debemos superar collados como este espectacular mirador que ronda los 4800m.



    Cada día la misma "rutina". Levantarse antes de que amanezca; preparar el desayuno; recoger el campamento y ayudar a Robinson a cargar los burros. Más tarde, éste a lomos de su caballo nos adelantará y nos esperará en el siguiente campamento con todo montado.






    Desde el tercer campamento tenemos la opción de reducir una jornada del trekking dirigiéndonos directamente hasta el campamento Elefante por el paso de Trapecio, o caminar hasta el campamento de Viconga, donde nos espera una agradable recompensa en forma de aguas termales. Como no tenemos prisa, tomamos esta segunda opción. 



En las aguas termales de Viconga aprovechamos para hacer la colada, asearnos y por supuesto, para sumergirnos en sus aguas.




    Para cruzar al siguiente campamento debemos de superar el paso más alto de todo el trekking, un collado de cinco mil metros rodeado de glaciares que descienden de los cercanos nevados.



    En el campamento nos espera nuestro amigo Robinson con las tiendas montadas, que nos servirán de refugio durante la tormenta vespertina en forma de agua nieve. Aunque pasajero, el aguacero nos impide acercarnos al mirador de San Antonio, que según cuentan, es uno de los más bonitos de la zona.




    Al contrario de etapas anteriores, el quinto día de caminata tiene un perfil diferente en forma de V. Primero descenderemos hasta las cercanías del pueblo de Huayllapa (por debajo de los cuatro mil metros), para a continuación retomar el empinado ascenso hasta el campamento Huatiaq.





    La penúltima jornada nos deparará otro de los paisajes más espectaculares del Huayhuash. Y es que tras superar el segundo collado del día, disfrutaremos de toda la panorámica de las grandes cumbres de la cordillera que avistamos jornadas anteriores por su lado oriental. Una vez superado ese segundo collado (paso Yaucha), en vez de descender hasta el fondo del valle, tomamos un sendero alternativo por el que ascenderemos unos pocos metros más y nos permitirá disfrutar unos paisajes que no podríamos vislumbrar por la ruta normal. 
    

    Además tenemos la oportunidad de avistar algunos cóndores sobrevolanto el valle.




    Y como colofón a esta impresionante etapa, ésta termina a orillas de la laguna Jahuacocha, sin duda el campamento más extraordinario de toda la ruta.


    Después de despojarnos de suciedad y sudor en las gélidas aguas provenientes de la laguna, nos dispondremos a degustar las sabrosísimas truchas que ha pescado nuestro arriero. Después de unos cuantos días a dieta basada en pasta y más pasta... se agradece unas proteínas del lugar.


    Y es que en estos parajes andinos, no solamente las truchas habitan las lagunas. Alrededor de éstas conviven también multitud de aves: gansos andinos, malvasías, ibis, fochas....





    Levantamos nuestro último campamento y nos dirigimos al pequeño pueblo de Llamac, punto final de la ruta.



    En Llamac nos despedimos de nuestro compañero Robinson y nos reencontramos con Jeremías que nos devolverá a la civilización. 



    Descansamos una jornada en Huaraz y abandonamos ésta para dirigirnos a Caraz, donde hemos quedado con Víctor.



Vuelta a la Cordillera Blanca en moto.

    Nos acercamos hasta La Casa Azul, regentada por Víctor, donde éste nos tiene preparadas tres magníficas motocicletas offroad, con las que pretendemos circunvalar parte de la cordillera Blanca.


    Comenzamos la ruta siguiendo el corredor del Huaylas hacia el Norte y acompañando el río Santa, hasta el lugar donde se unen la cordillera Negra y la Blanca. Aquí, el río no ha tenido otra opción para seguir avanzando, que excavar una profunda garganta conocida como el Cañón del Pato.



    Una sucesión interminable de túneles nos conducen hasta lo que para nosotros será el punto más bajo de la ruta. Dejamos el valle del río Santa y giramos hacia el Este, donde iremos ganando altura.


    Empezamos a ver las montañas nevadas que dan nombre a la cordillera Blanca. 







    Conducimos por una ruta salpicada de pequeños pueblos y aunque no gozan de mucha infraestructura, no tendremos problema para encontrar lugares donde repostar, reponer fuerzas o pernoctar. 




Tras una segunda jornada bastante dura por el mal estado de la pista, al fin llegamos a Chacas, bonito pueblo dedicado a la artesanía y con claros vestigios de su pasado colonial. A los pies del nevado Huascarán descansaremos y soñaremos con la ruta que nos espera al día siguiente.



    Amanece algo cubierto, pero las previsiones no anuncian lluvia. Precipitaciones que podrían ser en forma de nieve en el elevado paso que debemos de cruzar.
    Conducimos por una revirada carretera por la que ascendemos hasta el moderno túnel, que ahorra los últimos metros del antiguo collado de Punta Olímpica. 


    Las nubes no nos permiten gozar de unas vistas en todo su esplendor, aún así, nos deleitamos con lo que podemos ver o imaginando las cumbres que esconden las caprichosas nubes.





    Descendemos por la sinuosa carretera que nos lleva de nuevo al valle del río Salta y por una tortuosa pista nos acercamos hasta las lagunas de Llanganuco y sus aguas azul turquesa.



    Han sido alrededor de quinientos kilómetros en tres jornadas, pero suficientes para poner a prueba nuestros maltrechos cuerpos. Volvemos a Caraz donde finalizamos el recorrido en moto.


    Antes de abandonar la zona nos acercamos hasta la laguna Parón, inmejorable lugar desde el que despedirnos de la cordillera Blanca.



    Un breve paso por Huaraz, donde tomamos un autobús de vuelta a Lima.







Cuzco y Machu Picchu.

    Sería imperdonable visitar Perú y no acercarse a contemplar uno de los restos arqueológicos más famosos del planeta. Por lo que tras un breve paso por la capital, tomamos un vuelo hasta Cuzco.





    Imaginábamos la antigua capital del imperio Inca, únicamente como puerta de entrada hacia las ruinas de Machu Picchu, pero nos sorprende gratamente la ciudad lo que nos encontramos. El casco antiguo de la ciudad ofrece lindas y animadas calles por las que pasear y no falta mañana o tarde que no disfrutemos de alguna fiesta o celebración.




    Un trayecto combinado de bus y tren nos deja en los pies de la montaña que alberga las ruinas de Machu Picchu. Una revirada pista permite el tránsito de abarrotados autobuses que descargan hordas de turistas a la entrada de las ruinas.
   Optamos por una alternativa más tranquila y atractiva para llegar al mismo punto. Una vez llegado a éste, sólo nos restará disfrutar de uno de los lugares más famosos del planeta.




Datos de interés:

- Septiembre parece ser el final de la temporada alta para viajar a las montañas de Perú. Aún así, gozamos de unos cielos despejados muy a pesar de la población local que se quejaba de la tardanza de la temporada de lluvias.
- Volamos desde Bilbao con escala en Madrid y entramos por el aeropuerto de Lima donde no es necesario ningún tipo de visado (con pasaporte español).
- Tanto el viaje de ida a Huaraz, como la vuelta a la capital la realizamos en autobús con la compañía Cruz del Sur. Aunque un poco más cara que el resto, parece ofrecer más comodidad y fiabilidad que sus competidoras. 
- Perú puede resultar un poco caro, comparándolo con sus vecinos Bolivia o Ecuador. Aún así, puedes reducir bastante el presupuesto si te alejas un poco de las zonas turísticas.
- Resulta muy sencillo cambiar dinero (euros o dólares a soles) en cualquiera de las casas de cambio que puedes encontrar en las principales ciudades. (1 euro +/- 4 soles peruanos en septiembre 2023).
- En Huaraz podemos encontrar multitud de agencias donde contratar cualquier excursión o trekking por la zona, organizando todo lo necesario para cada actividad. Nosotros llevamos todo el material desde casa y únicamente alquilamos una tienda-comedor  y contratamos los servicios de Robinson (arriero) y cuatro burros para el Huayhuash. Con ello abaratamos algo el presupuesto, pero corrió por nuestra cuenta la logística de comprar comida, menaje, transporte, cocinar, etc...
- Durante el trekking del Huayhuash se debe abonar una tasa por atravesar cada una de las comunidades por las que pasa el camino. Normalmente se paga en los campamentos y se deben abonar en moneda local. Por lo que conviene  aprovisionarse de billetes pequeños para pagar estas tasas.
- La cordillera Blanca la circunvalamos en motocicleta. Alquilamos éstas en Motor Rent Huascarán donde Víctor regenta La Casa Azul, lugar de paso obligado de todos los bikers que recorren la zona. Él se encargó de tener las máquinas a punto y de darnos sabios consejos para la ruta.   
- Para visitar Cuzco y Machu Picchu tomamos un vuelo interno desde Lima. Y nos desplazamos por carretera y ferrocarril hasta las ruinas. Podrás encontrar mucha información sobre cómo visitar Machu Picchu en la web, pero a nosotros nos pareció de mucha utilidad el blog de Ale Manzanilla 
- Viaje realizado por Jokin Esparza, Jorge Amestoy y Rubén Segura del 5 de Septiembre al 2 de Octubre del 2023.